Segunda Parte:
SITUACIÓN DEL MUNDO Y DE RUSIA
PREVIO AL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE
El imperialismo surgió a finales del siglo XIX cuando la producción
capitalista llegó a su máximo auge producto de la libre concurrencia. La gran
producción desenvuelta entre las décadas de 1860 y 1880 generó un alto grado de
concentración en las distintas ramas de la economía, para seguir el curso
normal de la producción surgieron inevitablemente las asociaciones
monopolistas. De este proceso no escaparon los bancos y como resultado se
erigieron bancos “monopolistas omnipotentes” que pusieron a los pequeños bajo su influencia
directa e indirecta. Para sostener la gran producción los industriales recurrieron
a los grandes bancos y a la vez éstos buscaron invertir directamente en
actividades productivas. En tal sentido el capital industrial se fusionó con el
capital bancario y engendraron el capital financiero; esto llevó al surgimiento
de una oligarquía financiera en los países desarrollados que pasó a controlar
la producción y el capital monetario de
bancos e industrias de todo el globo. El alto grado de producción en los países
desarrollados produjo un enorme “exceso de capital” que será importado a los
países atrasados. De ese modo la oligarquía financiera llevó al reparto del mundo y como resultado surgió la contradicción entre naciones opresoras
y naciones oprimidas. Sobre la base del reparto económico del mundo se
establece la relación entre estados y la formación de bloques políticos
militares. Para 1914 las distintas
potencias agrupadas en la entente y la triple alianza, tras años de pugnas
inter imperialistas, desencadenaron la Gran Guerra por un nuevo reparto del mundo. Estos choques
violentos fueron aprovechados por el
proletariado para consolidar sus fuerzas en el movimiento revolucionario. Así mismo las masas extenuadas con la guerra
no vieron más salida que impulsar acciones violentas como las huelgas,
generándose de ese modo una situación revolucionaria que posteriormente se
cristalizará en insurrección armada.
Hasta 1860 en Rusia no existía un desarrollo acelerado del capitalismo
debido a las fuertes ataduras feudales. Tras la guerra de Crimea, ante el temor
de un levantamiento campesino, el zarismo implementa un conjunto de medidas
para poner fin a la servidumbre; a partir de ese momento el capitalismo se
expande en las distintas ramas de la economía. En el campo los terratenientes
aprovecharon para arrebatar las tierras a las comunidades. La mayor parte de los campesinos se vieron
obligados a rentar las tierras a cambio de dinero, especies o trabajo. Otra
parte de campesinos se trasladaron a las ciudades para emplearse en la
industria. Los campesinos se vieron también obligados a trabajar en las
haciendas de los campesinos ricos o kulaks
por salarios ínfimos, formando de ese modo en grueso sector de semiproletarios.
En los grandes centros industriales la clase obrera desenvolvía jornadas de 12
a 14 horas con salarios reducidos; en el caso de las mujeres y niños, que
desenvolvían las mismas tareas y en la misma jornada, sus salarios eran mucho
más irrisorios; fuera del trabajo habitaban
barrios sin servicios básicos y en habitaciones reducidas. El zarismo no permitía la organización de los
trabajadores ni mucho menos reconocía los mínimos derechos políticos. Asimismo
aplicaba la política de rusificación contra las nacionalidades que habitaban el
vasto territorio.
En la década del 90 miles de obreros impulsan huelgas contra las
condiciones económicas y por sus derechos políticos. En el campo miles de
campesinos toman las tierras y queman
las haciendas, a este descontento se sumaron sectores liberales organizados en
los zemstovs. Los romanov lejos de solucionar los problemas candentes de las
clases populares arrastraron a éstas a la guerra de rapiña contra el Japón. En
las fábricas la jornada de trabajo se hizo extenuante, la carestía de alimentos
se incrementó y junto a ella la especulación. Por su parte los campesinos
sufrían directamente los estragos de la guerra no solo por la carestía, sino
sobre todo por la pérdida de sus hijos en el frente militar. Las huelgas y
manifestaciones se elevaron al máximo y para 1905 estas acciones se convertirán
en insurrección armada. Lenin se referirá a esta revolución como el “ensayo
general”, pasado este proceso las contradicciones sociales no se extinguieron,
por el contrario se acentuaron aún más generándose las condiciones propicias
para el triunfo de la revolución de octubre de 1917.
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