jueves, 26 de octubre de 2017

VIVA EL CENTENARIO DE LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE DE OCTUBRE. Segunda Parte

Segunda Parte:
SITUACIÓN DEL MUNDO  Y DE RUSIA PREVIO AL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN BOLCHEVIQUE




El imperialismo surgió a finales del siglo XIX cuando la producción capitalista llegó a su máximo auge producto de la libre concurrencia. La gran producción desenvuelta entre las décadas de 1860 y 1880 generó un alto grado de concentración en las distintas ramas de la economía, para seguir el curso normal de la producción surgieron inevitablemente las asociaciones monopolistas. De este proceso no escaparon los bancos y como resultado se erigieron bancos “monopolistas omnipotentes” que  pusieron a los pequeños bajo su influencia directa e indirecta. Para sostener la gran producción los industriales recurrieron a los grandes bancos y a la vez éstos buscaron invertir directamente en actividades productivas. En tal sentido el capital industrial se fusionó con el capital bancario y engendraron el capital financiero; esto llevó al surgimiento de una oligarquía financiera en los países desarrollados que pasó a controlar la producción y el capital monetario  de bancos e industrias de todo el globo. El alto grado de producción en los países desarrollados produjo un enorme “exceso de capital” que será importado a los países atrasados. De ese modo la oligarquía financiera llevó al  reparto del mundo y como resultado  surgió la contradicción entre naciones opresoras y naciones oprimidas. Sobre la base del reparto económico del mundo se establece la relación entre estados y la formación de bloques políticos militares.  Para 1914 las distintas potencias agrupadas en la entente y la triple alianza, tras años de pugnas inter imperialistas, desencadenaron la Gran Guerra por  un nuevo reparto del mundo. Estos choques violentos  fueron aprovechados por el proletariado para consolidar sus fuerzas en el movimiento revolucionario.  Así mismo las masas extenuadas con la guerra no vieron más salida que impulsar acciones violentas como las huelgas, generándose de ese modo una situación revolucionaria que posteriormente se cristalizará en insurrección armada.
Hasta 1860 en Rusia no existía un desarrollo acelerado del capitalismo debido a las fuertes ataduras feudales. Tras la guerra de Crimea, ante el temor de un levantamiento campesino, el zarismo implementa un conjunto de medidas para poner fin a la servidumbre; a partir de ese momento el capitalismo se expande en las distintas ramas de la economía. En el campo los terratenientes aprovecharon para arrebatar las tierras a las comunidades.  La mayor parte de los campesinos se vieron obligados a rentar las tierras a cambio de dinero, especies o trabajo. Otra parte de campesinos se trasladaron a las ciudades para emplearse en la industria. Los campesinos se vieron también obligados a trabajar en las haciendas de los campesinos ricos o kulaks por salarios ínfimos, formando de ese modo en grueso sector de semiproletarios. En los grandes centros industriales la clase obrera desenvolvía jornadas de 12 a 14 horas con salarios reducidos; en el caso de las mujeres y niños, que desenvolvían las mismas tareas y en la misma jornada, sus salarios eran mucho más irrisorios;  fuera del trabajo habitaban barrios sin servicios básicos y en habitaciones reducidas.  El zarismo no permitía la organización de los trabajadores ni mucho menos reconocía los mínimos derechos políticos. Asimismo aplicaba la política de rusificación contra las nacionalidades que habitaban el vasto territorio.


En la década del 90 miles de obreros impulsan huelgas contra las condiciones económicas y por sus derechos políticos. En el campo miles de campesinos toman las tierras  y queman las haciendas, a este descontento se sumaron sectores liberales organizados en los zemstovs. Los romanov lejos de solucionar los problemas candentes de las clases populares arrastraron a éstas a la guerra de rapiña contra el Japón. En las fábricas la jornada de trabajo se hizo extenuante, la carestía de alimentos se incrementó y junto a ella la especulación. Por su parte los campesinos sufrían directamente los estragos de la guerra no solo por la carestía, sino sobre todo por la pérdida de sus hijos en el frente militar. Las huelgas y manifestaciones se elevaron al máximo y para 1905 estas acciones se convertirán en insurrección armada. Lenin se referirá a esta revolución como el “ensayo general”, pasado este proceso las contradicciones sociales no se extinguieron, por el contrario se acentuaron aún más generándose las condiciones propicias para el triunfo de la revolución de octubre de 1917.

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